06 marzo 2012


ADICCIÓN AL TRABAJO.


Hoy abordaré un poco más profundamente una adicción que, en muchos casos fuera del entorno más íntimo pasa desapercibida. Es más, en la mayoría de los casos, el adicto al trabajo es visto como un ejemplo a seguir: una persona con tal dedicación a su ocupación laboral que sólo puede recibir admiración y halagos. Pero, desafortunadamente, los implicados y sus seres queridos sufren esta adicción lo mismo que si fuese una adicción a una sustancia.

El estudio de la adicción al trabajo es relativamente reciente. Aunque ya en los 70, se definió este tipo de dependencia , no ha sido hasta fechas relativamente recientes cuando se ha comenzado a considerar como un trastorno grave, dado que se ha visto cómo afecta a la vida familiar, social e incluso, a la salud.

¿Cuándo se pasa de ser alguien volcado en su profesión a ser un adicto? ¿Cómo reconoceremos que somos adictos al trabajo, para ponerle freno o pedir ayuda?
Lo que diferencia a un adicto al trabajo de una persona muy trabajadora pero adicta es, sobre todo, la actitud que tiene aquél ante el trabajo, más que las horas que pueda dedicarle. Alguien que es muy trabajador puede que le dedique muchas horas a su ocupación, pero disfrutará haciéndolo y siempre habrá un balance equilibrado entre su vida laboral y el tiempo que dedique a su familia, ocio, etc. También los períodos de más dedicación al trabajo se corresponderán con necesidades reales de la empresa o el mercado, disminuyendo sus horas de trabajo cuando no es necesario.

El adicto al trabajo no tiene control sobre las obligaciones laborales, no sabe establecer un límite para dejar de trabajar y dedicarse a su familia, aficiones, relaciones sociales e incluso, su propia salud. Se implica en actividades que, incluso, podría desempeñar otra persona. Se muestra irascible e insatisfecho cuando está alejado del trabajo: en los fines de semana, vacaciones…

Al principio de la adicción, la persona se siente bien, motivado. Incluso hay reforzadores externos: promoción a mejores puestos, percibirá salarios más elevados. Pero a medida que va perdiendo el control y dedicando un esfuerzo titánico al trabajo y centrando su vida en torno a éste, tendrá problemas de sueño, relaciones sexuales no espontáneas ni satisfactorias, dolencias cardíacas derivadas del estrés soportado. Estas personas también pueden ver destrozada su vida de pareja y familiar. Incluso aunque empiecen a notar problemas derivados de su desproporcionada dedicación a su vida laboral, seguirán dedicándole todo su tiempo y esfuerzo y, probablemente, evitarán hablar de ello para evitar que su familia desapruebe su conducta.

Un riesgo añadido es la posible adicción a alguna sustancia. Para poder mantener ese nivel de actividad y luchar contra el cansancio, por otro lado  normal, la persona con adicción al trabajo, tiene muchas probabilidades de “ayudarse” con el alcohol u otro tipo de drogas, terminando con una terrible combinación de adicción química y psicológica al mismo tiempo.

La intervención en este tipo de adicción no puede consistir en la total abstinencia, puesto que el trabajo es necesario para la realización de la persona y su supervivencia. Lo que se pretende, en última instancia, en este tipo de intervenciones es reaprender la conducta de control, que es lo que principalmente se ha perdido.

La persona adicta al trabajo tendrá que ir aprendiendo a delegar en otras personas lo que no sea estrictamente necesario que realice. También tendrá que aprender a establecer unas pautas de actuación para corregir esa dependencia que tiene con respecto a su vida laboral.
También será necesario que cambie su manera de pensar sobre los logros personales y su autoestima: suelen ser personas que creen que sin “subir” en la vida, no están realizados. Es imprescindible también que aprenda que puede controlar su vida y su trabajo. No debe ser el trabajo el que lo controle a él/ella.

Es importante a largo plazo mantener el control de estímulos como en cualquier otra adicción. No es suficiente con que simplemente los evite, tiene que aprender a controlarlos.
A modo de ejemplo, la persona con adicción al trabajo debe:
  •      Establecer un horario de trabajo razonable.
  •      Dedicar más tiempo al ocio, relaciones familiares y sociales, por ejemplo: implicándose en viajes familiares, actividades culturales, deportivas, etc.
  •      Delegar en otras personas la parte del trabajo que no sea absolutamente imprescindible que realice él/ella.
  •      Respetar escrupulosamente las vacaciones y horas de ocio, como fines de semana y dedicarlas al descanso y pasarlas con la familia y amigos.
  •      Establecer unos horarios adecuados de sueño y alimentación, sin saltárselos. Preferiblemente, comer en casa con la familia.
  •      Reducir el consumo de alcohol, café, tabaco…



Es muy importante que la persona que ha sido adicta al trabajo, a pesar de poder seguir realizando la conducta adictiva, esto es, trabajar sin control, no realice esa conducta. Es decir, que sepa cuándo es el momento de dejarlo y marcharse a casa sin sentirse mal.

Entonces podremos decir que ya no es un adicto.


Si crees que pudieras tener esta adicción, ponte en contacto con un profesional de la psicología.






Autorizo a compartir el contenido de este artículo, siempre que se respete su autoría.
Yolanda Flores García.