17 septiembre 2012

Los dientes del sultán



En un país muy lejano, al oriente del gran desierto vivía un viejo Sultán, dueño de una inmensa fortuna.
El Sultán era un hombre muy temperamental además de supersticioso. Una noche soñó que había perdido todos los dientes. Inmediatamente después de despertar, mandó llamar a uno de los sabios de su corte para pedirle urgentemente que interpretase su sueño.
- ¡Qué desgracia mi Señor! - exclamó el Sabio - Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.
- ¡Qué insolencia! - gritó el Sultán enfurecido - ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!
Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos, por ser un pájaro de mal agüero. Más tarde, ordenó que le trajesen a otro Sabio y le contó lo que había soñado. Este, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:
- ¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que vuestra merced tendrá una larga vida y sobrevivirás a todos sus parientes.
Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro. Cuando éste salía del Palacio, uno de los consejeros reales le dijo admirado:
- ¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños del Sultán es la misma que la del primer Sabio. No entiendo por qué al primero le castigó con cien azotes, mientras que a vos con cien monedas de oro.
- Recuerda bien amigo mío --respondió el segundo Sabio-- que todo depende de la forma en que se dicen las cosas... La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la enchapamos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con agrado...
- No olvides mi querido amigo --continuó el sabio-- que puedes comunicar una misma verdad de dos formas: la pesimista que sólo recalcará el lado negativo de esa verdad; o el optimista, que sabrá encontrarle siempre el lado positivo a la misma verdad".

De "Las Mil y una noches" (literatura popular árabe)




REFLEXIÓN:

En este cuento se nos muestra cómo una misma situación se puede ver de dos modos diferentes. El clásico del “vaso medio lleno y medio vacío”. En el cuento se nos pone un ejemplo de cómo compartir una comunicación más o menos desagradable para el que nos escucha. Nos hace ver cómo una misma noticia, comunicada de una forma más agradable y positiva, es mejor aceptada y, probablemente, mejor escuchada por el interlocutor.
Vayamos más allá. ¿Cómo nos “comunicamos” con nosotros mismos? Cuando nos enfrentamos a un problema o una situación que nos parece desagradable, estresante o simplemente, no nos gusta, solemos comunicarnos con nosotros mismos mediante nuestras cogniciones o pensamientos. La forma de enfrentar esa situación, ya sea social, familiar o laboral, va a influir de gran manera en su resolución. Si nos enfrentamos de una manera positiva a ello, encontraremos, probablemente más a mano su solución y de una forma más rápida.
Y si el problema al final no tiene solución, lo mejor que podemos hacer es extraer el aprendizaje que se derive de esa situación vivida, para aplicarlo en futuras ocasiones, siempre desde un punto de vista constructivo. Ver las cosas desde el lado “deprimente” no conduce más que a empequeñecer nuestra autoestima y disminuir nuestro valor para próximos enfrentamientos.
Veamos, pues, el “vaso medio lleno” y, sobre todo, utilicemos su agua adecuadamente.