21 marzo 2017

Día Mundial del Síndrome de Down

21 de Marzo: Día Mundial del Síndrome de Down.

Así, de manera muy resumida, este síndrome consiste en que las personas con él, poseen un cromosoma más (o parte de él) en el par 21, así que tienen 47 en vez de 46.
Afortunadamente, la esperanza de vida de las personas con este síndrome ha aumentado mucho de unas décadas al día de hoy. Hace relativamente poco, era de 14 años y ahora superan con creces muchos de ellos los 60 años de vida.
También su calidad de vida y su inclusión en la sociedad van siendo cada día mejores.
Pero aún queda mucho camino. Tenemos que recordar que son personas como los demás, no hay dos iguales, cada una es única e irrepetible; y están llenas de capacidades que hay que estimular y dejarles expresar.
Cada día más están integrados en el mundo laboral, montan sus propios negocios, incluso van a la Universidad.
Y todos estos logros se deben, sobre todo, a la lucha sin cuartel de los padres (también educadores y profesionales sanitarios) de estos niños para que sean incluídos en una sociedad que, lamentablemente, da de lado al que es "distinto" (irónico, dado que todos lo somos).
Os dejo un vídeo que me ha gustado mucho.

25 noviembre 2016

Día Mundial contra la Violencia de Género

Y vuelve a ser 25 de noviembre y, lamentablemente, tenemos que volver a pedir a gritos que pare ya la violencia de género.
Es preocupante la cantidad de casos de violación en grupo que van apareciendo en los medios, la cantidad de muertas por sus parejas a pesar de tantas medidas que, afortunadamente, se van tomando ya en muchos países.
En fin, que sigue siendo inexcusable decir: ¡Basta ya!
Pero me vais a permitir que en vez de hablar de esa violencia tan evidente y tan terrible hable de otro tipo de violencia de género. Otra violencia que está ahí, que no se ve, que muchas mujeres la padecen en la “sociedad evolucionada” y que no se atreven a denunciar, aún menos si cabe, que la otra, la física, la que se ve, la que deja moratones. Y no es que ésta no los deje, pero los deja en un sitio que no se ve, pero que a mi entender puede ser tan malo o peor: el alma. Me estoy refiriendo a la violencia psicológica.
Un tipo de maltrato es éste que a veces es tan sibilino que ni la propia víctima sabe que lo está padeciendo. Puede parecer terrible, pero así es. Me he encontrado con pacientes que ni siquiera eran conscientes de que estaban siendo maltratadas. Que entendían que ciertas palabras o conductas eran “perdonables” o simplemente “se lo habían buscado”.
Los celos, el menosprecio, las malas contestaciones, las burlas, las comparaciones en detrimento de la mujer,  es maltrato, es violencia psicológica.
Así que, amiga, no busques excusas. No está celoso porque te quiere, no te contesta con un insulto porque te pusiste pesada o tuvo un mal día, no te dice que no lleves esa ropa porque sabe lo que te conviene… no es tu dueño.
Tu dueña eres tú. Y a ti es a quien primero tienes que defender y querer. Así podrás querer a los demás en su justa medida.

¡Basta ya!

07 septiembre 2016

El verdadero valor del anillo

EL VERDADERO VALOR DEL ANILLO



Hay una vieja historia de un joven que concurrió a un sabio en busca de ayuda.

—Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

El maestro, sin mirarlo, le dijo:
—Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después... –y haciendo una pausa agregó— Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

—E... encantado, maestro –titubeó el joven pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.

—Bien –asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de la mano izquierda y dándoselo al muchacho, agregó –toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete antes y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas..El joven tomó el anillo y partió.

Apenas llegó, empezó a ofrecer al anillo a los mercaderes.

Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo.

Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, y rechazó la oferta.

Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado –más de cien personas— y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó.

Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda.
Entró en la habitación.

—Maestro –dijo— lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.

—Qué importante lo que dijiste, joven amigo –contestó sonriente el maestro—. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él, para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

El joven volvió a cabalgar.

El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo:
—Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.

¡¿58 monedas?! –exclamó el joven.

—Sí –replicó el joyero— Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé... Si la venta es urgente....El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.

—Siéntate –dijo el maestro después de escucharlo—. Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?

Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.



CONCLUSIÓN: No te valores por lo que otros opinen de tu valía. Concédete tu justa medida y mejora lo que haya que mejorar, pero no cierres los ojos a tus virtudes y habilidades. 


Cuento extraido del libro de Jorge Bucay: "Recuentos para Demián"