Y vuelve a ser 25 de
noviembre y, lamentablemente, tenemos que volver a pedir a gritos que pare ya
la violencia de género.
Es preocupante la
cantidad de casos de violación en grupo que van apareciendo en los medios, la
cantidad de muertas por sus parejas a pesar de tantas medidas que,
afortunadamente, se van tomando ya en muchos países.
En fin, que sigue
siendo inexcusable decir: ¡Basta ya!
Pero
me vais a permitir que en vez de hablar de esa violencia tan evidente y tan
terrible hable de otro tipo de violencia de género. Otra violencia que está
ahí, que no se ve, que muchas mujeres la padecen en la “sociedad evolucionada”
y que no se atreven a denunciar, aún menos si cabe, que la otra, la física, la
que se ve, la que deja moratones. Y no es que ésta no los deje, pero los deja
en un sitio que no se ve, pero que a mi entender puede ser tan malo o peor: el
alma. Me estoy refiriendo a la violencia psicológica.
Un
tipo de maltrato es éste que a veces es tan sibilino que ni la propia víctima
sabe que lo está padeciendo. Puede parecer terrible, pero así es. Me he
encontrado con pacientes que ni siquiera eran conscientes de que estaban siendo
maltratadas. Que entendían que ciertas palabras o conductas eran “perdonables”
o simplemente “se lo habían buscado”.
Los
celos, el menosprecio, las malas contestaciones, las burlas, las comparaciones
en detrimento de la mujer, es maltrato, es violencia psicológica.
Así
que, amiga, no busques excusas. No está celoso porque te quiere, no te contesta
con un insulto porque te pusiste pesada o tuvo un mal día, no te dice que no
lleves esa ropa porque sabe lo que te conviene… no es tu dueño.
Tu
dueña eres tú. Y a ti es a quien primero tienes que defender y querer. Así
podrás querer a los demás en su justa medida.
¡Basta
ya!