El burro y el pozo.
Un día, el burro de un granjero cayó
a un pozo. El animal estuvo horas y horas rebuznando lastimeramente, mientras
el hombre cavilaba sobre qué hacer. Por fin decidió que el animal era viejo, y
que de todas maneras había de cegar el pozo; no valía la pena sacarlo de allí.
De manera que llamó a todos sus
vecinos para que vinieran a ayudarle. Todos cogieron palas y empezaron a tirar
tierra al pozo. Cuando el burro se dio cuenta de lo que estaban haciendo,
empezó a dar unos chillidos horribles. Y luego, ante el asombro general, se
calmó. Unas cuantas paladas más tarde, el granjero miró al fondo del pozo. Y se
quedó asombrado por lo que estaba viendo. El burro se sacudía la tierra del
lomo y subía por el pozo sobre el montón creciente.
Los vecinos del granjero siguieron
echando tierra sobre el animal, y cada vez se la sacudía y subía otro poco. En
poco tiempo, el burro llegó al brocal, salió del pozo y se fue trotando tan
feliz.
Cuento popular, desconozco autor.
REFLEXIÓN
Como le ocurrió al burro del cuento,
nos encontramos día a día con “paletadas de tierra” que nos caen encima:
problemas en el trabajo, con la familia, con la pareja…
Si nos dejamos “enterrar” por esos
problemas, cada día nos sentiremos más incapaces de enfrentarnos a las diferentes
pruebas que nos van surgiendo en la vida. Nuestra autoestima se vendrá abajo y
cualquier problema por pequeño que sea, nos vencerá.
Cuando un problema o una situación
nos provoque esa sensación de no poder con él, y nos haga sentir como el burro
del cuento: en el fondo del pozo, sintiendo caer la tierra sobre nosotros,
hagamos como él: “sacudirnos” la tierra y usarla para empezar a subir.
Hasta de las situaciones más
negativas se puede extraer una moraleja, un aprendizaje que nos servirá para
enfrentarnos a problemas similares en un futuro. Y nos hará sentir más seguros
de nosotros mismos y nos ayudará a recuperar el control de nuestra vida.
Así, pues… sacúdete y sube.