26 marzo 2015

Una tragedia en Los Alpes. Reflexión.

Me gustaría reflexionar sobre la tragedia que estos días es noticia: el accidente de aviación de Germanwings. De cómo resulta inexplicable que un chico joven, bien preparado para su trabajo, de repente tome la decisión de estrellar un aparato con 150 personas a bordo.

Tristemente y a pesar de la falta de sentido de ello, este tipo de cosas ya no nos sorprenden cuando se realizan bajo el fanatismo religioso o de cualquier otro tipo. Ya nos hemos “acostumbrado” a que determinadas personas en aras de unas creencias tomen decisiones tan terribles.

Pero, al parecer y siempre desde la información facilitada por las autoridades, no era el caso. El copiloto del avión siniestrado era un hombre joven, preparado, con muchas horas de vuelo ya y, al menos en lo que se conocía, sin fanatismos ni “cosas raras”.

Sin embargo, hay veces en las que las personas se hallan deprimidas o angustiadas y debido al ritmo de vida que llevamos, a lo que nuestro medio nos demanda continuamente en las sociedades industrializadas, no comparten esas emociones y tratan de lidiar con ellas en solitario, con resultados catastróficos.

Siempre desde la especulación, porque no conozco el historial de salud mental del copiloto, propongo otra teoría: la del brote psicótico. Bien pudiera ser que el joven alemán hubiese sufrido un ataque de psicosis agudo. Obviamente una esquizofrenia es detectada y en ese tipo de trabajos el control de salud física y mental son muy minuciosos. Pero un brote psicótico espontáneo, debido quizá a una carga de estrés prolongada en el tiempo, unido quizá a algún cambio químico, le habría conducido al extremo de estrellar un avión.

Nunca sabremos qué pasaba por su cabeza en esos momentos, pero de lo que sí estoy segura es de que debemos ser conscientes de nuestras emociones, aprender a diferenciarlas, a manejarlas y expresarlas. Comunicar a nuestros allegados cómo nos sentimos y si es preciso, consultar con profesionales de la salud mental cuando esas emociones nos generen mucho malestar.

Desde un enfoque más positivo, es importante escuchar a nuestros amigos, compañeros, familia, pareja…, hacerles saber que les apoyamos, que cuentan con nosotros, que no están solos y con toda seguridad, habrá mucha menos gente desgraciada llegando a comportamientos extremos y muchas más personas felices.