11 septiembre 2012

LA ANSIEDAD (I)




La ansiedad es un concepto muy utilizado en psicología y, por lo tanto, su uso se ha asociado con otros términos como miedo, fobia, angustia, estrés…
 Algunos autores (Spielberger y otros, 1984) han definido la ansiedad como una reacción emocional con una sensación subjetiva de tensión, aprensión, nerviosismo y preocupación, acompañado de una activación del sistema nervioso autónomo.
La ansiedad goza de una propiedad de naturaleza anticipatoria. Es decir, nos sirve para señalar un peligro o amenaza. Por lo tanto, la ansiedad es un mecanismo adaptativo. Es una respuesta normal y necesaria que nos puede servir, por ejemplo, para evitar a un coche que se salta un semáforo y podría atropellarnos si no reaccionamos a tiempo.
La ansiedad se convierte en patológica cuando pierde ese valor adaptativo, es decir cuando nos avisa de un peligro irreal, o al menos un escaso peligro objetivo. Por ejemplo, cuando se experimenta un ataque de ansiedad con unas tremendas ganas de huir en un atasco.
Algunos autores mantienen que la ansiedad patológica  se manifiesta de manera más frecuente, más intensa y más persistente que la ansiedad normal.

Triple sistema de respuesta de la ansiedad
Se sabe desde hace tiempo que la ansiedad tiene tres modos de respuesta: el subjetivo o cognitivo, el fisiológico o somático y el motor o conductual.
- Componente cognitivo: se refiere a los pensamientos, creencias e imágenes de peligro.
- Componente fisiológico: son los temblores, palpitaciones, sudoración excesiva,  tensión muscular, etc., y otras muchas sensaciones que experimentamos durante la ansiedad, sea patológica o no.
- Componente motor: son las respuestas que damos a la ansiedad, ya sean de huída, de búsqueda de ayuda, tomar medicamentos, etc.
Una ansiedad elevada, por ejemplo, durante una competición, un examen, o cualquier situación en la que nos  tengamos que sentir alerta, puede ser beneficiosa y de mucha ayuda.
Sin embargo, en cuanto pasamos el umbral en el que la ansiedad deja de ser adaptativa, nuestro rendimiento decrece. Por eso, cuando nos enfrentamos a un examen, es bueno llevar una activación moderada, eso nos mantendrá alerta, nos ayudará a extraer las respuestas adecuadas de nuestra memoria. Pero si nos activamos en demasía, si nos ponemos demasiado nerviosos, nuestro rendimiento decaerá y nuestros resultados en el examen quizá no sean los que esperamos. No olvidemos que uno de las alteraciones durante una subida de ansiedad, consiste en una disminución importante de la memoria a corto plazo.
Es conveniente practicar con regularidad las técnicas de control de la activación y la relajación, hay varias de ellas. Se trata de elegir la que mejor se adecue a nuestros gustos y necesidades o nos dé mejores resultados.
Si crees que puedes estar padeciendo algún trastorno de ansiedad, ponte en contacto con un profesional de la psicología.


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