Hoy, 2 de abril, es el Día Mundial de la
Concienciación sobre el Autismo.
Esta enfermedad, que en realidad es un conjunto de
trastornos, conocido como Trastornos del Espectro Autista, tan difícil de
definir, aún hoy sigue siendo un misterio.
La palabra “autismo” procede del griego “autos” que
significa: “sí mismo”.
El pionero en el estudio de este
trastorno infantil fue Leo Kanner, quien realizó la primera descripción del
mismo, a raíz de un estudio que realizó con 11 niños que sufrían lo que se
consideraban alteraciones “extrañas”.
Kanner definió el autismo como
“una innata alteración autista del contacto afectivo”, sentando las bases de
que la principal manifestación del trastorno es la incapacidad del autista de
relacionarse normalmente con la gente.
Principales características
del autismo infantil.
·
Alteraciones
de la conducta social.
Wind y Gould
(1979) establecieron tres patrones distintos de relación social: “aislado” que
evita la interacción activamente; “pasivo” que soporta pasivamente las
relaciones con otras personas pero no las propicia activamente; y “activo pero
extravagante” que se relaciona con otros pero de una forma extraña o atípica.
En resumen, los autistas se relacionan socialmente de muy diversas formas. Sin
embargo, hay una serie de conductas específicas comunes en los niños autistas:
ausencia de contacto con los demás, falta de apego, no gritan para demandar
atención, no buscan contacto afectivo, no levantan los brazos para que sus
padres o cuidadores los tomen en su regazo, etc.
·
Alteraciones
del lenguaje.
Una de las
primeras señales para los padres de un niño autista es, precisamente, un
desarrollo inadecuado del lenguaje. Los niños autistas no buscan esa
comunicación intencional que desarrollan los niños a los 9 meses; también la
comunicación no verbal está alterada en un niño autista: emplean menos señales
no verbales, transmiten una ausencia de expresión, con aspecto de “estatua”, no
utilizan gestos expresivos como un abrazo de consuelo o de amistad; no emplean
gestos instrumentales como señalar, usar un dedo en los labios para pedir
“silencio”, etc. Este tipo de gestos son empleados adecuadamente tanto por
niños sin discapacidad como por niños con retraso mental.
·
Alteraciones
motoras.
En los trastornos
autistas, se producen conductas repetitivas y estereotipias, como balanceos
rítmicos del cuerpo, carreras cortas, posturas extravagantes, etc. En cuanto a
las conductas de juego, realizan conductas repetitivas, como por ejemplo poner
en fila una y otra vez sus coches de juguete. Carecen totalmente de juego
intencional. También en algunos casos se producen conductas autolesivas (se
hacen daño a sí mismos) tales como cabezazos contra la pared, morderse las
manos, arrancarse pelo, arañarse, etc.
·
Aprendizaje
y cognición en el autismo infantil.
Aunque Kanner
señaló en su momento que los niños autistas tenían una inteligencia dentro de
la media o incluso, más alta, lo cierto es que diversas investigaciones han
arrojado resultados sobre, al menos un 60 por ciento de casos que presentan
retraso mental (Marcus y Schopler, 1987; Rutter y Schopler, 1987). De todos
modos, en los resultados de las pruebas realizadas a personas con autismo hay
mucha más variabilidad que, por ejemplo, en los obtenidos con personas
diagnosticadas de retraso mental. Hay casos de personas autistas con destrezas
llamadas “aptitudes de erudito”. Un ejemplo de esto aparece en la película
“Rain Man”, cuando Dustin Hoffman cuenta los fósforos que se caen al suelo, sin
equivocarse.