01 junio 2012

¿Qué es el estrés?



     Cada día oímos conversaciones sobre el estrés en cualquier lado: en el autobús, en la cafetería, en el banco… ¿Pero sabemos realmente en qué consiste?
     Concretar el significado de la palabra estrés es difícil pues es un término con una gran ambigüedad dentro de la psicología y fuera de ella.
     Así, desde un enfoque más fisiológico y bioquímico el estrés está considerado como una respuesta. En las orientaciones psicosociales, sin embargo, es más tenida en cuenta la situación estimular, es decir, el estrés se considera un estímulo externo.
     A estas dos maneras de conceptuar el estrés se unió una tercera que propone un nuevo componente, esto es, los factores psicológicos o subjetivos (cognitivos) que actúan de existen entre los agentes externos considerados estresores y las respuestas fisiológicas.
     En resumen, tenemos una orientación que enfatiza el componente externo (estresor), otra que se fija en la respuesta y por último una que está basada en la interacción entre ambos.

     Siguiendo a Sandín y su modelo de trabajo (Belloch, Sandín y  Ramos, 1995), el proceso de estrés y sus diferentes componentes, consistiría en diferentes pasos:

1. Demandas psicosociales: aquí incluiremos los agentes tanto psicosociales como ambientales naturales y artificiales. Por ejemplo: las relaciones con la familia, amigos, compañeros de trabajo, así como radiación, frío, calor, humedad, ruido, contaminación atmosférica, etc.
2. Evaluación cognitiva: cuando percibimos esos estresores diarios, de cualquier característica, nuestro organismo analiza y valora dichos estímulos. Dependiendo de cómo los valoremos, se producirá una respuesta de estrés o no.
3. Respuesta de estrés: incluye respuestas fisiológicas (tanto del sistema nervioso como hormonales), respuestas psicológicas (pensamientos) y respuestas emocionales. También tenemos respuestas motoras que son difícilmente separables de las emocionales.
4. Estrategia de afrontamiento (coping): se refiere al modo en que tratamos de adaptar nuestra conducta y pensamientos a las demandas del medio, concretamente a aquéllas que percibimos como “agobiantes”. También enfocamos nuestro comportamiento y cogniciones a suprimir el estado emocional del estrés.
5. Variables disposicionales: aquí incluimos tipos de personalidad, factores hereditarios, sexo, raza, cultura, etc.
6. Apoyo social: es un factor muy importante asociado al estrés. La percepción de apoyo de las personas que nos importan, pueden servirnos de “paliativo” para las demandas estresantes. También  parece que dicho apoyo puede incidir sobre la salud positivamente.
7. Estatus de salud: es el resultado del proceso de estrés. En función de cómo hayamos procesado los estímulos que se nos presentan. Si no hay un adecuado afrontamiento de las demandas, terminará redundando en perjuicio de la salud.

     Que una situación sea vista como más o menos estresante, depende del modo en que la valoremos. Por ejemplo: si tengo una discusión con una compañera de trabajo, pero me veo capaz de manejar la situación, responderle asertivamente y que la relación siga su curso sin mayores problemas, dicha situación no podré considerarla estresante, pues no tendré la percepción de haber perdido el control.
     Si, por el contrario, en la misma situación, no me veo capaz de manejarla, bien por exceso (agresividad) o por defecto (pasividad), terminará convirtiéndose en un estímulo estresante para mí y me afectará psíquica, emocional y hasta físicamente.

     Una persona que se percibe incapaz de hacer frente a diversas demandas de su entorno: relaciones familiares, de trabajo, de salud, etc., puede llegar a experimentar estados de ansiedad y éstos conducirle a un trastorno de angustia.




Autorizo a compartir este material, siempre que se respete su autoría.





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